La nostalgia está de moda entre los jóvenes, al igual que las casas post-pandémicas que se sienten acogedoras y reconfortantes, mezclando muebles antiguos con un diseño moderno.
El costo de las antigüedades se ha disparado en los últimos años a medida que su popularidad crece entre las generaciones más jóvenes. Muchos buscan la “estética de dinero viejo”, una especie de reacción a la estética minimalista fácil y epidémica sembrada por conjuntos de diseño prefabricados pero no baratos como lo ofrecido por marcas como West Elm y Crate & Barrel.
A pesar de que muchos consideran que a los millennials no les interesan tanto las cosas como las experiencias, el aumento de los precios de los muebles de segunda mano está impulsado por la demanda de los consumidores más jóvenes conscientes del medio ambiente y del presupuesto.
Lo más buscado en antigüedades
La tendencia de la compra de antigüedades es en parte por un tema de presupuesto, otra parte ética pero principalmente estética por lo que más se busca son muebles usados pero que han envejecido con gracia.
Redes sociales como Pinterest o Houzz son grandes aliados para millennials y Centennials quienes, a través de imágenes, pueden crear estilos decorativos elegantes, divertidos pero sobre todo únicos usando muebles de segunda mano.
Ejemplo de lo anterior es lo mencionado en un artículo de Financial Times, sillas que antes pertenecían a salones de una escuela secundaria aparentemente ahora son coleccionables en Brooklyn y se revenden por más de $1,500 USD por un juego de cuatro. Las sillas de madera curvada, probablemente rescatadas de bistros sin suerte, se venden al por menor en Brooklyn Craigslist por más de $150 USD por silla, todas estas piezas han pasado de ser desechables a retro y codiciadas.
El valor de las antigüedades también se ha transformado
Si bien antes se necesitaba un ojo experimentado para valorar un artículo, los sitios web de algunos bazares de reventa han facilitado que cualquiera pueda verificar por qué se puede vender algo (al ver su estética y desgaste). El mobiliario de segunda mano siempre se ha definido por una seductora mitología de la posibilidad de toparse con un tesoro.
Sin embargo, los mercados o bazares físicos siempre serán los preferidos para los compradores. Lugares que, durante el confinamiento, se vieron obligados a cerrar. Es decir, la oferta de antigüedades disminuyó a medida que aumentaba la demanda de los compradores y diseñadores confinados en casa.
Algunos vendedores recurrieron a redes sociales o websites para mantenerse a flote pero aunque los sitios web facilitan la búsqueda de piezas, también es cierto que tienen limitantes para que tanto los comerciantes como los compradores encuentren diamantes en lo que otros ya no quieren.
En conclusión
Los muebles de segunda mano pueden ser adictivos no solo por la emoción de la oferta ahora difícil de encontrar, sino también por la historia. Ahora, las generaciones más jóvenes no sólo nos enseñan a que cuidar el planeta puede ser divertido, también encuentran placer al crear “espacios de abuelita chic” y tener mesas de comedor desgastadas pero con estilo.
Los jóvenes son los nuevos embajadores de la economía sustentable, por ello prefieren la compra de segunda mano porque reduce la demanda de nuevos recursos y viene sin embalaje.
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